Por Stella Calloni
Buenos Aires (PL) Los procesos electorales de este año en
América Latina han estado bajo severas amenazas de todo tipo. Pero el papel de
los medios masivos de comunicación, integrados a la red mundial de la
desinformación y la contrainsurgencia ha sido clave.
Sucedió la "guerra sucia" en Venezuela, (abril de
2013), con un final de violencia opositora golpista en la noche del 14 de abril
de ese mes. En Argentina una campaña de permanentes denuncias falsas
antigubernamentales, destinadas a sembrar duda, sospechas e incredulidad sobre
funcionarios y la figura presidencial, en este caso con la incorporación de
extrema violencia de género contra la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner, en programas de TV, radio y diarios estuvo destinado a influir sobre
las elecciones legislativas de junio pasado, entre otras acciones no menos
graves y violentas.
En Chile más recientemente, también la injerencia mediática
hizo su juego, con marcadas sutilezas. Una serie de Organizaciones
Gubernamentales trabajaron también para debilitar a la candidata preferida, la
ex presidenta Michelle Bachelet, favorecida por el efecto dinamizador de la
lucha estudiantil que demandó educación gratuita y cambios en una sociedad que
aún permanece bajo la sombra del ex dictador Augusto Pinochet, agazapado en
diversas estructuras.
Las marchas estudiantiles fuertemente reprimidas, crearon
las condiciones de un remozamiento gracias a una marea juvenil, que desbordó
los estancamientos políticos y despertó a sectores dormidos de la sociedad. El
triunfo de Bachelet fue contundente (casi el 47 por ciento de los votos),
seguido lejanamente por el oficialismo aunque no alcanzó para ganar en primera
vuelta.
Si los sectores de izquierda que participaron con
movimientos políticos menores y sin ninguna posibilidad, hubieran entendido el
momento político que vive la región no hubiera necesidad de una segunda vuelta,
que aunque está asegurada le da tiempo a los viejos armados golpistas o a
forzar otras condiciones. En tiempo de llamaradas no se puede jugar con fuego.
Y por cierto la frase de que "todo es lo mismo", es antidialéctica
por excelencia.
Los hechos que están sucediendo en Venezuela, con un
evidente armado contrainsurgente (guerra sucia, ilegal), muy similar al que
precedió al golpe de septiembre de 1973, que instaló la cruenta dictadura de
Augusto Pinochet en Chile, dan cuenta de que los eternos injerencistas en
nuestra región, se están moviendo, cada vez más activamente.
A la guerra mediática asolando la realidad venezolana se
unen los permanente sabotajes, y una guerra económica despiadada y brutal, que
está siendo combatida hora por hora en los últimos días por el presidente
Nicolás Maduro. El sueño de "alinear" a su viejo y rebelde
"patio trasero", ha llevado hasta el anuncio de dar un final a la
Doctrina Monroe, de 1823, que disponía que esta Nuestra América era sólo para
los "americanos", es decir para los norteamericanos.
En realidad estamos bajo una invasión silenciosa de las
Fundaciones creadas por la inteligencia de Estados Unidos y sus redes de
Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que han sembrado el territorio de
América Latina y el Caribe, agazapadas como arietes de esa contrainsurgencia unido
a la creciente militarización regional. La Doctrina Monroe sigue vigente como
siempre y en la mentalidad de los fundamentalistas la Guerra Fría nunca se fue.
HONDURAS BAJO FUEGO
La mirada debe volver sobre Honduras donde la situación es
grave, porque es el proceso electoral más importante después de tantos años de
falsificaciones democráticas y dictaduras, en un país pequeño de Centroamérica,
convertido desde los años 30 en una plataforma militarizada de Estados Unidos,
el pueblo hondureño ha sido siempre víctima.
Fue desde Honduras que partió la vanguardia de la invasión a
Guatemala, para derrocar al popular presidente Jacobo Arbenz Guzmán en 1954. En
los años 80, hubo no sólo una siembra de bases en Honduras para el proyecto
estadounidense de la guerra sucia y supuestamente encubierta contra Nicaragua
sandinista, sino también un Centro de Entrenamiento para los que debían
combatir a los movimientos de liberación en El Salvador y Guatemala y otros
países. Y hubo desaparecidos hondutreños, el reinado del embajador
estadounidense John Negroponte y la "colaboración" de militares
argentinos y agentes del batallón 601 con los mercenarios de la
"contra" que asolaban a los poblados de Nicaragua.
Todo eso está detrás de la verdadera historia de Honduras.
Por eso este es un momento tan importante para ese pueblo que vivió una breve
primavera, bajo el gobierno del empresario del viejo partido liberal Manuel
Zelaya, que tuvo el valor de escuchar por primera vez las voces de su pueblo y
comenzar a dar respuestas. Además cometió el "sacrilegio" de aliarse
con los países del ALBA, que encabeza Venezuela.
Habría más que decir, pero basta saber que se aplicó en este
caso el golpe "suave", aunque no tanto porque fueron militares de
elite los que secuestraron al presidente Zelaya aquel 28 de junio de 2009 para
llevarlo a una base norteamericana en Honduras y de allí a Costa Rica.
Negroponte, entonces enviado del departamento de Estado
desde junio de 2008 para "poner en su lugar" a Honduras, había
logrado cooptar a los diputados liberales de Zelaya y había pasado la lista de
jueces que ese congreso debía elegir para integrar la Corte Suprema. No debe
extrañar que esa Corte y ese Congreso consideraran que no hubo golpe de Estado
en Honduras y que en realidad intentar un plebiscito para cambiar la
constitución de la dictadura, era antidemocrático.
Ahora estas son las elecciones de mayor participación
popular que se registre, con partidos como Libre (Libertad y Refundación)
nacido de la resistencia al golpe que continúa hasta hoy día, a pesar de las
persecuciones y asesinatos cometidos en estos cuatro años de continuismo
golpista y que llevó como candidata a Xiomara Castro, esposa del ex presidente
Zelaya.
Esta mujer mostró un coraje sorprendente al encabezar las
marchas contra el golpe, mientras su esposo estaba secuestrado en el exterior
del país. La campaña del poder hegemónico y la guerra mediática fue de
amedrentamiento ciudadano, que alcanzó también a observadores extranjeros del
proceso eleccionario. Dos grupos fueron detenidos en retenes, en el marco de
una ilegal militarización.
La guerra del miedo acompañada por dolorosas cifras de
víctimas, que fueron incrementándose a partir del golpe de junio de 2009: Más
de 40 periodistas y camarógrafos, y decenas de campesinos, trabajadores,
maestros y dirigentes populares de la resistencia asesinados. Una instalación
de la violencia con incursión de las "maras" creadas en los arrabales
latinos de Estados Unidos para exportarlas a sus países de origen y crear
inseguridad y terror. Al menos 22 personas mueren por día en Honduras por la
violencia. Todo esto después del golpe que venía a "salvar la
democracia".
Hubo amenazas de todo tipo y hasta pocos días antes de las
elecciones, humildes dirigentes populares del Partido Libre fueron secuestrados,
torturados y asesinados.
Esto abona las propuestas del gobierno de la sucesión
golpista de militarizar la sociedad y por supuesto amparar la existencia de
bases militares de Estado Unidos como la de Palmerola, estratégica en el mapa
de la dominación regional o Gracias a Dios, entre otras instalaciones que han
llevado a la miseria y al femenicidio.
La mayoría de los trabajadores hondureños ganan un dólar
diario y la pobreza se incrementó notablemente desde el golpe sumando ahora el
66.7 por ciento de la población. Los Escuadrones de la Muerte de la década de
los 80 cuando se convirtió a Honduras en una inmensa base para la guerra sucia
contra Nicaragua sandinista como el Batallón 3-16 sigue estando en la
actualidad y apoya al candidato oficial. Más aún después del golpe han
ingresado al país otros grupos extranjeros y asesores que conforman una red de
escuadrones paramilitares.
Porfirio Lobo manejó el país junto al actual candidato
oficial Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, una de las dos
formaciones tradicionales de la oligarquía. Como presidente del Congreso hasta
ahora Hernández se ocupó en preparar el camino del continuismo creando una
policía militar para supuestamente combatir la inseguridad y dio paso a una
serie de leyes temibles.
Como relato del terror, militares entraron imprevistamente a
una sede de Libre dos días antes de las elecciones y la noche previa tomaron
las antenas de Radio y TV-Globo de Cantagallo.
"Estamos eligiendo entre el camino de la vida y el de
seguir muriendo en la miseria, la persecución y la muerte", dijo un
dirigente popular de Olancho. Suceda lo que suceda en Honduras los países de la
región no deben olvidarse de que allí también se define el futuro de América
Latina y el Caribe.
*Periodista argentina y corresponsal en su país del diario
La Jornada. Es autora de "Los años del Cóndor".
arb/sc
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