El Instituto Espacio para la Memoria, creado por la ley 961
de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es el resultado de la
lucha histórica por Memoria, Verdad y Justicia, y también, entre otras
expresiones, contra el intento menemista de lotear la ESMA y demoler sus
edificios históricos. La movilización popular lo impidió y en 2002, fue creado
con la misión de transmitir la memoria y la historia del terrorismo de Estado y
gestionar los sitios de memoria, entre otras atribuciones.
Su fundación implicó gestar una experiencia de nuevo tipo:
impulsar políticas públicas de memoria desde la acción concertada de organismos
de derechos humanos y espacios estatales, con la particularidad de que el
Instituto tiene autarquía y autonomía en su materia, de modo tal que la
política de memoria sea realmente una política de estado y no una política del
gobierno de turno.
Puesto en marcha hacia el 2006, el enorme balance confirmó
lo acertado del enfoque de lo “público” por encima de lo meramente estatal. La
realización del concurso para la construcción del Museo de la Memoria que
estará situado en el edificio Cuatro Columnas de la Ex ESMA, con la supervisión
de la Sociedad Central de Arquitectos y un jurado donde descollaban
personalidades como Eduardo Luis Duhalde, Marta Vásquez o Adolfo Pérez
Esquivel, anticipa el cumplimiento de su mandato histórico; el cuidado de los
otros edificios tanto de la Ex ESMA como de aquellos que funcionaron también
como Centros Clandestinos de Detención como “Automotores Orletti”, “Club
Atlético”, “Olimpo” y “Virrey Cevallos”, que se constituyen en prueba en los
procesos judiciales en curso, confirman lo valioso de la experiencia que ha
fomentado el pluralismo y la construcción colectiva.
Es por ello que desde el Consejo Directivo del IEM alzamos
nuestra voz de preocupación y alarma ante los trascendidos de un acuerdo entre
el gobierno de la Ciudad y el de la Nación para disolver el Instituto Espacio
para la Memoria como instancia de autonomía y confluencia del movimiento
popular con ámbitos estatales y trasladar todos los edificios bajo la guarda y
gestión del IEM a la esfera nacional. La sola discusión de un convenio sobre el
Instituto Espacio para la Memoria que nos ignora y margina, es un agravio a una
expresión del movimiento de derechos humanos que hoy sostiene esta experiencia
única de autonomía en la gestión de políticas públicas de memoria.
Si tal propósito se concretara, la Ciudad quedaría sin un
espacio de gestación de políticas públicas de Memoria, creado en esa
jurisdicción a tal efecto, y la sociedad toda perdería la riqueza de un espacio
plural subordinando esa tarea a la decisión del gobierno de turno, que como
vimos en la Ciudad de Buenos Aires, puede cambiar de signo político e
ideológico. La concentración de decisiones sobre la memoria en un ámbito
estatal conlleva el riesgo de que éstas cambien con cada cambio de gobierno
nacional. La autonomía del IEM garantiza a todos la continuidad de las
políticas públicas que expresan la variedad de fuerzas que por décadas han
luchado por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
CONSEJO DIRECTIVO DEL IEM
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