Gustavo Zelaya.
En nuestro país muchas cosas son diferentes a lo que ocurre en
otros lugares, aquí después de la tormenta sigue la tormenta. A la crisis
existente, sigue la crisis. Aunque todavía no se llega a una situación de
crisis total, algunos intentan mediatizarla, aliviar un poco las tensiones pero
sin resolver nada importante. Para eso está el circo de calidad, el buen
futbol, ni siquiera eso nos dan, nada de pan y vino para el pueblo.
En las conferencias de prensa después del 24 de noviembre se
escucharon pocas preguntas interesantes de parte de la prensa, algunos de sus
miembros llegaron con ínfulas de provocadores, otros haciendo de malos
activistas y mucho grito en el ambiente, mucho ruido, eso que nubla y obscurece
la escena, gran cantidad de discursos de barricada, muy buenos en ciertos
tramos, vacíos en la mayoría de los casos; es decir, unos bien fundamentados,
escasos por cierto y el grueso de ellos puras frases huecas, lugares comunes
cuando el asunto amerita más sagacidad y mucho seso. Lo que debió existir desde
el inicio de nuevo no apareció. El argumento esencial, básico, iluminador,
arrinconado por el espontáneo activismo y por la lisonja del coro de ocasión.
Pero nunca falla la perorata sin sentido, el elogio desmesurado y no tarda en
aparecer el inspirado y dulzón poema del momento, como en las fiestas escolares
llenas de palabras alusivas al acto. El poeta de turno ya tiempos tiene armado
el verso o la adecuada prosa para ensalzar lo que tal vez no exista. Y tiene
otros bien ordenados, según la fecha, por si los vientos cambian.
Oportuno como cualquiera.
Pero es ahora cuando más ocupamos de la certeza que nos da
la esperanza de que esto tiene que cambiar. Así como se lee: la certera
esperanza, la que no es producto de circunstancias ni se muere con la edad,
pero nos hace firmes en las convicciones y se mantiene independiente de
cualquier coyuntura. Además, esa esperanza no es algo que flota por sí
misma y que se desvanece en un instante por causa de unas elecciones De
nosotros depende que exista y que se realice, que se llene de nuevos contenidos
cuando creamos que todo se ha perdido. Hemos dado un paso importante en el
fortalecimiento de la lucha popular y tiene que servir para saber de qué madera
estamos hechos, que tan sólidos somos en nuestros ideales y va a mostrarnos que
los que llegaron a la cena de gala, a las concentraciones de cierre de campaña
y que se preocuparon por aparecer en las foto de los medios importantes, sólo
han sido compañeros de ocasión con su corbata roja y su saludo de momento, sólo
es la corbata o el vestido de gala. Todos esos incómodos ocasionales
estuvieron, llegaron cuando lo oportunidad se presentó, hasta de voceros
actuaron, simulando dar la cara por el pueblo, hicieron algo y no es tan malo
que hayan estado. Es comprensible y son relaciones muy funcionales, útiles, tal
vez aparezcan más tarde cuando nuestro tiempo se presente con mejores
oportunidades y de nuevo sirvan de algo. No es para amargarse tanto.
Hay muchas voces desilusionadas, frustradas por esta coyuntura, se
entiende, es comprensible. Pero es inaceptable si está presente en los
militantes honestos, decentes, conscientes, en los que luchan cada
día por organizarse mejor, que se preparan y aprenden de cada
experiencia. Algunos de ellos estaban frente a los oradores, frente a los
líderes, se sentaron adonde pudieron, muchos en el suelo y cantaron, echaron
vivas al Frente Nacional de Resistencia Popular, no se les olvido su verdadero
origen. Algo que sí ocurrió en algunos de la campaña electoral. Estos compas de
camiseta roja o negra son los que no le van a fallar al pueblo ni a la
Resistencia ni al partido Libertad y Refundación. Para ellos no existió ninguna
presentación especial de última hora en conferencias de prensa hablando de su
estelar incorporación, nunca ocuparon de eso porque siempre estuvieron, no
llegaron al posible festín ni pidieron un lugar en la foto.
Aplaudieron, siguieron, sudaron, caminaron mucho y lo seguirán
haciendo por la figura de Xiomara Castro, y saben reconocer el profundo
significado de las expresiones de Xiomara cuando en sus discursos agradecía el
aporte de la Resistencia Popular; ella no dejo de mencionar el papel
fundamental de los hombres y mujeres que se identificaron con la Resistencia.
Eso es y sigue siendo muy valioso.
Mientras que otros fogosos y combativos oradores ni siquiera
hacían superficiales alusiones a la Resistencia Popular. Este puede ser el
instante del enojo y la impotencia. Y está muy bien. Puede ser el momento del
llanto y tantas iras reprimidas. Así tiene que ser. Tenemos absoluto derecho
de sentirnos furiosos con las prácticas fraudulentas y con la
monstruosidad de la maquinaría oficial que hace posible la continuidad de un
régimen generador de injusticias, de muerte, desempleo y atropellos a los
derechos humanos. Molestémonos, hagamos las recriminaciones que queramos, pero
sobre todo consideremos el instante como un paso muy bien dado en un camino
lleno de trampas, en una ruta muy compleja, difícil, pero que se puede superar
con mejor organización, más estudio y la movilización popular en defensa de sus
derechos.
25 de noviembre de 2013.
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